sábado, 21 de mayo de 2011

BRUJAS...


Tengo 68 años. Nací y vivo en Los Ángeles.
Soy doctora en Medicina, analista junguiana y profesora de Psiquiatría en la Universidad de California.
Estoy divorciada y tengo dos hijos.
Iraq es Vietnam una y otra vez, es una pena que tengamos que aprender a través de tanto sufrimiento.
La espiritualidad une y las religiones dividen.
-¿Quejarse es perder el tiempo?
-¡Claro!
-Hay mucho que aprender…
-Por eso a mí me interesan las mujeres maduras, con humor y activas.
A partir de los 40 años empieza lo mejor si eres capaz de darte cuenta de la
cantidad de cualidades potenciales que hay dentro de ti.
Entonces te entran ganas de convertirte en bruja.
-No sé yo…
-Se lo diré de otra manera: una persona con poder personal.
-Eso me gusta.
-Las brujas sabias dicen la verdad con compasión, y no comulgan con lo
que no les gusta, pero no tienen la rabia de las mujeres más jóvenes.
Algunos hombres excepcionales pueden llegar a ser brujas, los que tienen
compasión, sabiduría, humor y no están supeditados al poder.
-¿Algo más?
-Sí, las brujas sabias son capaces de mirar hacia atrás sin rencor ni dolor; son atrevidas,
confían en los presentimientos, meditan a su manera, defienden con firmeza lo que más les importa,
deciden su camino con el corazón, escuchan su cuerpo, improvisan, no imploran,
ríen, y tienen los pulgares verdes.
-¡…!
-Tienen mano con las plantas. Y también con los animales.
Primero aprenden a amar lo que hacen, luego alientan a otros al crecimiento.
Saben reconocer lo frágil y lo que tiene valor, y también lo que debe ser podado.
-¿Y hay que esperar a la vejez para ello?
-Cuanta más edad, más camino aprendido.
La observación compasiva de la vida de los demás te enseña mucho,
y las mujeres sabias se pasan mucho tiempo observando.
Hay casos, pocos, de sabias a partir de los 30 o 35, pero esas a los 60 son increíbles.
-¿Qué nos quiere transmitir?
-Que las mujeres tienen la oportunidad de cambiar el mundo en las próximas décadas. Pero
que si no lo hacen ahora, probablemente ya no lo harán.
-¿Por qué dice eso?
-Tras los extremismos de la revolución feminista, el péndulo está en el centro y las mujeres que se lo permiten pueden llegar
al equilibrio, a ser completas, fuertes y vulnerables al mismo tiempo.
-¿Un camino colectivo?
-Por supuesto. No tengo la menor duda de que un pequeño grupo comprometido puede cambiar el mundo.
En realidad, así ha sido hasta ahora.
-¿Y cuál es el secreto?
-El millonésimo círculo.
Yo aliento a las mujeres a formar círculos que tengan un componente espiritual.
Simplemente escuchando los problemas, anhelos y miedos de otras mujeres y contando los tuyos, adquieres fuerza.
-Perdone, pero por qué un círculo.
-Cuando uno está sentado en círculo y en silencio
se da cuenta de que hay una conexión espiritual con poder transformador.
Yo pertenezco a uno desde hace 18 años: encendemos una vela, guardamos silencio,
contamos lo que nos preocupa, debatimos, y juntamos nuestras energías con un propósito.
-¿Convocan el poder interior?
-Interior y exterior.
La espiritualidad, la física cuántica y el budismo dicen lo mismo: Todo y todos estamos conectados
y por tanto lo que cada uno haga influye en el mundo.
En los círculos de mujeres trabaja el campo mórfico, las teorías de Rupert Sheldrake.
-¿El centésimo mono?
-Sí, este biólogo desarrolló la hipótesis de que cuando una masa crítica de monos llega a un determinado conocimiento,
este se transmite de forma intuitiva e inmediata a los miembros de su especie.
Del mismo modo, un número crítico de círculos de mujeres pueden
realzar las cualidades femeninas tan necesarias para que el mundo cambie.
-¿Por qué no círculos mixtos?
-Entre mujeres hay una conexión natural.
Algunos estudios evidencian que cuando una mujer que sufre estrés habla con otra mujer,
ambas liberan la hormona de la maternidad que provoca que el estrés descienda.
-Curioso.
-Si las mujeres estuvieran implicadas en los procesos de paz,
todo sería más fácil, ¡pero si los que negocian son machos alfa!
-¿Qué ocurre cuando se encuentra un hombre estresado con otro?
-Cuando un hombre estresado se encuentra con otro, segregan testosterona,
lo que provoca o bien la huida o el enfrentamiento.
Pero si ese mismo hombre acude a una mujer que le comprende, una bruja sabia,
su adrenalina baja y su autoestima sube.
Y basta con que se siente a su lado.
-Es bonito eso que dice.
-Estamos llenas de recursos poderosísimos a los que no prestamos atención, como el conocimiento
intuitivo. Poderes que se pueden desarrollar en los círculos.
-Propóngame un viaje interior.
-Sea auténtica, sea consecuente con su persona interior y averigüe qué quiere hacer con su preciosa vida.
Desde fuera intentarán responder por usted a las preguntas esenciales, no lo permita.
Desvele qué tipo de arquetipo domina en usted.
-¿A qué se refiere?
-Sus patrones internos que yo resumo en siete diosas.
Cada mujer debe identificar a sus dos o tres diosas dominantes,
que van desde la autónoma Artemisa y la fría Atenea,
hasta la nutritiva Deméter, la creativa Afrodita o Hera, la diosa del matrimonio.
-No será tan simple.
-No, pero si podemos llevar una vida en la que el arquetipo y el papel que desempeñamos coinciden, nos sentiremos satisfechas.
Compartido por:
Marcela Parolín www.refleja.com

3 comentarios:

  1. Las religiones no dividen, es la mente del hombre la que divide.

    ResponderEliminar
  2. Es tu opinión FACR. Totalmente respetable.
    Gracias por compartirla
    Un abrazo de Luz, Alma
    Bendiciones

    ResponderEliminar
  3. Y como se puede saber cuales son mis diosas dominantes?

    ResponderEliminar